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hope for churches in stress

Las Reparaciones

En nuestra sociedad en que lo tiramos todo, muchas veces es más fácil (y menos costoso) reemplazar un artículo, que repararlo. En ocasiones, enfocamos las relaciones tensas o rotas de la misma manera.

Por supuesto, lo que la Biblia indica es que nos esforcemos por reparar las relaciones (Mateo 5:23-24; Lucas 12:58).

En sí, las palabras son sencillas. La práctica de la confesión, el arrepentimiento, así como la petición y la concesión del perdón, se pueden expresar en un lenguaje sencillo y sin adornos:

Hice mal cuando… [nombre lo que hizo mal].

No lo quiero volver a hacer.

¿Me quiere perdonar?

Sí, lo perdono.

Cuando debemos hacer restitución (Lucas 19:8), podemos añadir otra pregunta a la secuencia:

¿Cómo puedo hacer las paces con usted?

En la práctica real, nos cuesta trabajo pronunciar esas palabras. Es difícil reconocer que hemos actuado mal. Es algo que daña a la personalidad que hemos cultivado. Es un golpe para nuestro orgullo. Nuestra resistencia interna a revelar lo que llevamos dentro es poderosa (Juan 3:19-21).

En lugar de hacer una confesión directa, es posible que tratemos de justificar nuestra mala conducta. Inventamos excusas, le restamos importancia a la ofensa, ofrecemos una explicación o le echamos la culpa a otra persona. Sin embargo, en la confesión auténtica seguimos de manera rigurosa una regla: nada de decir «si», o «y», o «pero» o «tal vez».

Por difícil que sea, la forma bíblica de restaurar las relaciones es la confesión directa, pronta y franca.

Cuando restauremos las relaciones, estaremos listos para orar, adorar y participar en la Cena del Señor (Santiago 5:16; Mateo 5:23-24; 1 Corintios 11:27-32). Esta restauración nos abre paso hacia la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17).

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