¿Por qué no?
En 1943, la compañía aeroespacial Lockheed Martin seleccionó a sus ingenieros más creativos y les pidió que pensaran «fuera del cajón». Este equipo de ingenieros, libre de las cargas que conlleva la burocracia, ensanchó los límites, probó cosas nuevas y consiguió unos resultados mejores y más rápidos.
Lockheed estaba trabajando en armamento. Ahora bien, ¿acaso la Iglesia no podría usar la misma estrategia para fraguar las armas de la justicia? (Vea 2 Corintios 6:7; 10:3-4.)
Se les podría pedir a equipos pequeños que encabezaran proyectos innovadores y básicos con el potencial de producir unos resultados transformadores. Esos equipos podrían analizar las situaciones difíciles en busca de oportunidades. Se podrían imaginar unas posibles soluciones, al mismo tiempo que se preguntan: «¿Por qué no?»
Esos equipos tendrían el deseo de aumentar las aspiraciones, los conocimientos y las habilidades de las personas en sus localidades. Podrían movilizar el poder y el apoyo de iglesias y ministerios cercanos. Aprovecharían los puntos fuertes existentes en las comunidades para levantar unas empresas fuertes y sostenibles de cara al futuro.
Los equipos intentarían nuevas empresas en el espíritu del ya fallecido Ralph Winter, el fundador del Centro Estadounidense para las Misiones Mundiales, quien decía: «Los riesgos no se deben evaluar en función de las probabilidades de éxito, sino en función del valor que tengan las metas».
Con autorización para intentar nuevas cosas, esta clase de equipos, incluyendo los que lance «Barnabas Initiatives», pueden iniciar nuevas empresas en su misión con Cristo Jesús. Los esfuerzos iniciales podrían ser pequeños. Sin embargo, a medida que vayan tomando impulso, estas empresas innovadoras tendrían el poder suficiente para levantar a toda la Iglesia.