Llamado por mi nombre
Tal vez usted se pregunte quién soy yo.
Me llamo Warren Hoffman. Crecí en la Iglesia y acepté a Cristo a la edad de diez años. A los veinticinco, sentí arder mi corazón. Desde ese momento he alimentado un caminar íntimo con Jesús. Creo firmemente que en la Iglesia todo lo que se emprenda, se debe edificar a partir de corazones cambiados y vidas transformadas.
Mi experiencia en el ministerio ha sido variada. Mientras estudiaba en el seminario, pasé tres años como pastor de jóvenes. Después dirigí un equipo de adultos jóvenes durante cuatro años, ayudando a una pequeña iglesia ubicada en una comunidad de bajos ingresos cerca de Salem, Oregón. Durante otros cuatro años, trabajé con los navajos en una remota misión cercana a Bloomfield (NM). Por diez años más, dirigí el esfuerzo de fundación de una iglesia en Oklahoma City. Durante los veinticuatro años siguientes, serví en papeles de liderazgo con la Iglesia de los Hermanos en Cristo, una comunidad de fe que en esos momentos contaba con unos 35.000 creyentes, que se congregaban en trescientas iglesias de diversos lugares de Estados Unidos y del Canadá.
En ocasiones, me pregunto si encajo con facilidad en los papeles usuales dentro del ministerio, como los de pastor, asociado, misionero, etc. Soy un motivador, como lo fuera Bernabé. Por eso he lanzado «Barnabas Initiatives» como forma de poder ayudar a fortalecer a la comunidad cristiana de fe.
Vivo en Elizabethtown, Pa., con mi esposa Connie. Tenemos cuatro hijas adultas y trece nietos. Tanto Connie como yo disfrutamos mucho de las acampadas al aire libre, del cuidado de su jardín, de la lectura y de la música. Fiel a mis raíces en el Condado de Lancaster y en la cercana Hershey, Pa., soy un entusiasta de los pretzels y del chocolate.
Cualesquiera que sean su naturaleza, sus dones y sus intereses, el Señor que lo creó le dice: "No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú" (Isaías 43:1)