Dinero, sexo y poder
En esta temporada de Cuaresma, piense en tres aspectos de la tentación que se nos presentan de manera continua. Richard Foster los nombró en un libro que tiene precisamente ese título: «Dinero, sexo y poder». Estas tres trampas son muy reales. Todos somos susceptibles de caer en ellas, pero hay salvaguardias que impiden que caigamos en pecado (1 Corintios 10:13).
Una de las salvaguardias contra el mal uso del dinero es la práctica de la vida sencilla. Para lograrla, es bueno que desarrollemos un plan de gastos, liquidemos nuestras deudas y practiquemos el ingenio… con la meta de vivir por debajo de nuestros medios. Cuando los seguidores de Cristo estudian las enseñanzas bíblicas acerca del dinero y las ponen en práctica, descubren un estilo de vida marcado por la sencillez, que los libera con el fin de que puedan amar con valor, dar con generosidad y servir con gozo (Mateo 6:19-34).
En una cultura inundada por la sexualidad, en medio de una tecnología que nos ofrece un acceso instantáneo a ella, los seguidores de Cristo deben estar vigilantes para mantener su pureza. Las buenas intenciones no bastan. Las decisiones firmes se evaporan con rapidez. La mejor protección es adoptar un estilo de vida contrario a todo riesgo antes que se produzca la violenta arremetida de la tentación. Esto podría incluir la práctica de las disciplinas espirituales, el cultivo de unas relaciones sanas y la transparencia con un compañero al que le rindamos cuentas de nuestra conducta (Mateo 5:27-30).
El atractivo del poder es pernicioso, y muchas veces pasa inadvertido. En la cultura de algunas iglesias y lugares de trabajo no se favorecen las manifestaciones de actividad. Y sin embargo, los líderes tienen una influencia considerable. Esto no es incorrecto, pero exige que nos mantengamos alertas. El uso correcto del poder, tal como ha sido dispuesto por Dios, consiste en bendecir y servir. Todo aquel a quien le haya sido encomendado algún grado de autoridad, debe echar a un lado sin cesar las ventajas de este privilegio para centrarse a cambio en el servicio humilde (Lucas 22:24-27).
No nos metas en tentación, mas líbranos del maligno (Mateo 6:13).