Milagros y desastres
Hay tiempos en los cuales Dios irrumpe en nuestra vida por encima y mucho más allá de nuestras expectativas (Efesios 3:20-21; Salmo 126:1-3).
Poco después, nos encontramos en medio de un desastre hecho por nosotros. O hay tensiones entre parientes o amigos, en la iglesia, o en el mundo que nos rodea (Santiago 1:2-4).
El apóstol Pablo se gloriaba en los milagros y en los desastres (2 Corintios 11 y 12). Los héroes de la fe experimentaron triunfos asombrosos, y también angustias terribles (Hebreos 11).
Dietrich Bonhoeffer escribió desde la prisión: “Yo creo que Dios puede y quiere sacar bien del mal… Creo que incluso nuestros errores y nuestros defectos son convertidos en bien, y que no es más difícil para Él tratara con ellos, que con nuestras obras supuestamente buenas”.
En medio del bienestar y de la congoja, Dios va moviendo la historia hasta un glorioso clímax (Habacuc 2:14). En palabras del escritor de un cántico:
Dios va realizando sus propósitos del mismo modo que un año sucede a otro; Dios está realizando sus propósitos, y el momento se va acercando; el tiempo se acerca más y más, el tiempo que con toda seguridad llegarán en el cual la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Dios, como las aguas cubren el mar.
Apóstoles, profetas y mártires son ahora testigos ante el tribunal celestial, y dan testimonio de la fidelidad de Dios. Nos exhortan a perseverar (Hebreos 12:1-2). Y esto proclaman: ustedes lo pueden todo en Cristo, que los fortalece (Filipenses 4:13).
Tanto en medio de los milagros, como en medio de los desastres, Dios está realizando sus propósitos.
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En 1894, Arthur Campbell Ainger escribió el himno “God is Working His Purpose Out”
(Dios está realizando sus propósitos).
Cita de Dietrich Bonheoffer, Letters and Papers from Prison (“Cartas y documentos desde la prisión”), p. 11