Aclamando a los menos favorecidos

En unos tiempos en los cuales en los que las personas están migrando hacia las iglesias mayores, las iglesias pequeñas (y sus pastores) pueden languidecer a causa del descuido.

Si usted es una persona que aclama a los menos favorecidos, ¿por qué no convertirse en ávido partidario de una iglesia más pequeña, superada en número y con menos recursos de los necesarios, pero que sigue luchando por salir adelante?

Ore. Para comenzar, ore por el pastor y por la iglesia. Su intercesión, unida a la de otros que están orando, pesa mucho (Apocalipsis 8:3-5). De vez en cuando, dele a saber al pastor que usted está orando.

Invite a almorzar. Tanto si están en un lugar aislado, como si están escondidos en plena vista de todos, los pastores de las iglesias más pequeñas se pueden sentir solos. Invite a almorzar al pastor y, sin agenda alguna, exprésele su amistad y su apoyo.

Escuche. Lo que se aprende en los reveses tiene un valor incalculable. Las lecciones de vida aprendidas en la adversidad son inestimables. Las historias de resistencia son inspiradoras. Escuche al pastor y absorba su sabiduría espiritual.

Ayude. Busque las formas de ayudar, y de buscar que otros ayuden. ¿Conoce músicos que pudieran ayudar? ¿Libros o material de enseñanza que ya no se usan? ¿Equipos audiovisuales que se están reemplazando? ¡Junte cuanto pueda para la causa!

Crea. Como amigo de los menos favorecidos, comparta con ellos su convicción de que todas las cosas son posibles (Mateo 19:26). Cada vez que pueda, refuerce la mentalidad del pastor en cuanto a que las iglesias más pequeñas pueden ser saludables y dar fruto.

Una sola persona, aclamando y apoyando, puede crear un punto de cambio para una iglesia pequeña; ese momento en el que la perplejidad se cambia en enfoque, el agotamiento en energía y el desánimo en una nueva resolución.

¡Encuentra tu iglesia menos favorecida y acepta el desafío!