La paciencia
Esta semana estuve en una conferencia de iglesias en Grand Rapids, Michigan. El propósito de muchas de las reuniones de estudio se centró en las formas de revitalizar nuestras iglesias y ser testigos aceptables para las personas que no están en la Iglesia.
Una sesión de entrenamiento a la que asistí se llamaba “La paciencia y el testimonio cristiano”. El facilitador del grupo basó sus enseñanzas en el libro The Patient Ferment of the Early Church (“El paciente fermento de la Iglesia naciente”). El autor, Alan Kreider, sostiene que la iglesia creció en sus primeros años por medio del paciente testimonio que les daba a las personas de la sociedad. Afirma que los primeros cristianos eran un pueblo característico que se destacaba del resto de las personas. Se preocupaban por las personas por las que nadie más se preocupaba, los enfermos y los pordioseros, y se amaban unos a otros de unas maneras que no se parecían a lo que hacía el resto de su sociedad.
Al reflexionar en esta idea, me da la impresión de que la paciencia es el fundamento a partir del cual los cristianos debemos buscar el crecimiento de las comunidades de fe. Si amamos a los demás y nos relacionamos con ellos de la misma forma que Jesús nos enseñó, entonces debemos esperar con paciencia que tengan un encuentro con Él.
Sin embargo, mientras esperamos no debemos permanecer inactivos. Ese es el tiempo en el cual servimos a nuestras comunidades y amamos a los que necesitan recibir amor. Igual importancia tiene que sea este un tiempo en el cual los seguidores de Cristo aprendan, se preparen y crezcan espiritualmente.
En el tiempo en que esperamos pacientemente, nuestros hábitos son moldeados para imitar los de Jesús. Nos convertimos en testigos suyos, en primer lugar por nuestras actitudes, y después por nuestras palabras.
Melanee Hamilton es asociada en entrenamiento con Barnabas Initiatives