La alineación
Como los vehículos, las iglesias pueden perder el alineamiento. Cuando se desdibuja un claro sentido de misión a base de “la forma en que siempre hemos hecho las cosas”, las piezas móviles se tambalean y la iglesia comienza a zigzaguear.
Hace nueve años, la Iglesia Congregacional Grace, en Akron (Pa.), se hallaba estresada por un calendario repleto, un presupuesto inflado, una guardería en peligro y una actitud de desconfianza. Les Cool, el pastor entrante, reconoció que las cosas estaban fuera de equilibrio y comenzó un largo proceso para recuperar la alineación.
Les comenzó haciendo preguntas. Entrevistó a todos los líderes laicos y miembros del equipo ministerial. Con respecto a todo en la iglesia, les preguntaba el porqué.
Para recuperar un ritmo saludable, reorganizó el calendario de la iglesia. Las reuniones, que estaban programadas con un ritmo trimestral, las pasó a lunes por la noche. El miércoles era para las actividades de mediados de semana. Todas las demás noches, si no había algo especial, quedaron abiertas.
Les comenzó también a entrenar activamente a los líderes, destacando sobre todo el corazón y la mente. La iglesia comenzó grupos de discipulado 3-2-1 que se estuvieron reuniendo dos veces al mes durante un año. Mientras tanto, las clases y los grupos pequeños siguieron prosperando.
El equipo de liderazgo indicó que todas las actividades fueran medidas por la Gran Comisión (Mt. 28:16-20) y el Gran Mandamiento (Mt. 22:36-40). Se eliminaron algunas, y se comenzaron otras. Con pocas excepciones, todas tenían que ser agradables para las personas que no tenían iglesia.
Ahora, Akron Grace ha regresado a un alineamiento sano con el llamado de Dios. Las piezas internas están encajando bien unas con otras. Los líderes y los obreros se sienten movidos por una visión nueva. Los miembros están comenzando a servir en la comunidad. Una vez más, la iglesia se halla centrada, y marcha hacia delante.