Estad firmes
Los cristianos debemos estar preparados para los conflictos.
Con esta grave afirmación, Watchman Nee comienza el segmento final de su libro Sentaos, andad, estad firmes. Toma sus conclusiones de Efesios 6:10-20, un segmento de los capítulos «prácticos» de la carta, que se centra en Satanás, el archienemigo de todo seguidor de Cristo.
Poseedores de una naturaleza caída, seducidos desde fuera por el atractivo de una sociedad impía, también batallamos «contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (6:12).
Somos vulnerables ante un antiguo enemigo que «como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (1 Pedro 5:8). A pesar de esto, tenemos una defensa segura: « Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo» (6:10-11).
En este conflicto, explica Nee, nosotros «estamos firmes» en un terreno que ya ha sido ganado por Cristo. Satanás podrá atacar nuestro descansar en Cristo y nuestro caminar en el Espíritu, pero nosotros nos podemos resistir a sus mentiras y acechanzas utilizando la verdad, alabando a Cristo Jesús por su victoria que nos asegura a nosotros la salvación, la justicia y la paz. Para Nee, la eficacia de nuestra defensa depende por completo de una cuestión de fe en Jesús.
Victoriosos en las batallas personales, podremos participar en la obra redentora de Dios. En ella estamos en la ofensiva. Somos portadores de las armas de la oración y la espada del Espíritu, la Palabra de Dios, para asaltar el reino de las tinieblas y hacer avanzar al reino de la luz (Colosenses 1:13).
En la oración, Dios nos ha otorgado la autoridad de hablar en el «nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra» (Filipenses 2:9-10; Efesios 1:20-22; Mateo 18:18-20; Juan 16:23-24,26; Hechos 4:7).
Orar en el nombre de Jesús es algo inseparablemente unido a la Palabra revelada de Dios. Es decir, que nuestra oración debe estar en pleno acuerdo con los propósitos eternos de Dios, movidos por el Espíritu Santo, ejecutaros en el poder del Espíritu y dirigidos a la gloria de Dios.
Cuando cumplamos con estos requisitos condicionantes, podremos hablar y actuar en el nombre de Jesús. Todo el infierno tendrá que reconocer nuestra autoridad para hacerlo, y el reino de las tinieblas será llevado de vuelta a la sumisión al Cristo vencedor (Romanos 8:31-39; Hechos 3:6, 16:18, 19:13-15).
En resumen, Nee revisa de nuevo la importancia de las palabras fundamentales de Efesios: sentados, caminad y estad firmes. «Comenzamos nuestra vida espiritual descansando en la obra terminada por Cristo. Ese descanso es la fuente de nuestra fortaleza para lograr un caminar constante y resuelto en el mundo. Y al final de una dura batalla con las huestes de las tinieblas, nos encontraremos de pie junto a Él por fin [triunfantes]."
En esta ocasión destacamos la percepción de Nee sobre las palabras «estad firmes».