Puntos de control
En 1953 la anestesióloga Virginia Apgar propuso una sencilla lista de puntos de control para medir la salud de los recién nacidos. Esta lista de control ha reducido de manera drástica la mortalidad de los bebés en el mundo entero.
Al igual que en la escala Apgar para neonatos, existen también unos puntos clave de control para la salud espiritual.
La paz. Cuando le pedimos perdón a Dios y abrazamos la salvación con un don suyo, y no como algo que nosotros nos podamos ganar, el resultado seguro es la «paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Efesios 2:4-9; Romanos 5:1). Cuando se interrumpe esa paz, necesitamos resolver los problemas que la interrumpieron (1 Juan 1:7-9).
El poder. Con la intención de agradar a Dios, descubrimos «la supereminente grandeza de su poder» (Efesios 1:19; 3:16, 20; 6:10; Colosenses 1:29) y somos cada vez más capaces de «andar como es digno de la vocación con que fuimos llamados» (Efesios 5:2; 1:19; 4:1).
La presencia. Aunque no sin pasar por lapsos (Salmo 13), vivimos con una tranquilizadora conciencia de la presencia personal del Espíritu Santo, del Cristo Vivo en nuestro interior (Salmo 51:11; Juan 10:3-4,14; Romanos 8:15-16; Apocalipsis 3:20).
El propósito. Un aspecto que se va desarrollando en nuestra vida en Cristo es el sentido de tener un propósito. Llegamos a ver las formas en que «somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas» (Efesios 2:10).
A medida que vamos madurando en Cristo, pasamos por triunfos y reveses. En los momentos de incertidumbre, podremos valorar nuestra salud espiritual a partir de cuatro puntos básicos de control: la paz, el poder, la presencia y el propósito.
Vea también el artículo anterior: «En retrospectiva».