Preguntas difíciles
Una iglesia floreciente en el sur del Condado de Lancaster (Pa.) llegó a un momento difícil. En rápida sucesión, la iglesia perdió tres pastores, cada vez con una desalentadora disminución en asistencia, fondos y seguridad.
La fortaleza residual del “núcleo” de la congregación proporcionó los fundamentos para su recuperación. La junta de gobierno movilizó a un competente equipo de predicadores y líderes laicos. También buscó a un consultor que revisara sus actuaciones y cuando fuera necesario, detectara los pasos mal dados.
De la evaluación surgieron varios detalles clave:
La cultura de la iglesia. Cada iglesia tiene una cultura distintiva; una “mezcla” de formas de conducta, creencias, valores y presuposiciones no expresadas. El estilo de la adoración, la forma en que interactúan las personas, las cosas que les interesan y las convicciones que comparten comprenden esa cultura. Los pastores y los programas vienen y se van, pero la cultura se halla profundamente incrustada y es difícil de cambiar.
La comunicación. En los momentos de aflicción, es esencial comunicarse con redundancia. Los malos entendidos y las faltas de confianza se pueden eliminar si se usan todos los medios posibles para compartir la información vital: boletines, anuncios, mensajes por e-mail, portal en la web, conversaciones entre personas, e incluso el mundo de los rumores.
La diligencia debida. Al escoger un nuevo pastor, el comité de búsqueda trató de aprender de fallos anteriores. Amplió el comité, añadió la experiencia que dan los recursos humanos y saturó la búsqueda con oración. Al evaluar a los candidatos, tuvieron en cuenta la cultura de la iglesia, escribieron sus expectativas y consultaron con diligencia todos los puntos de referencia.
Esta iglesia se hizo una difícil pregunta: ¿Qué vamos a hacer de forma diferente la próxima vez? Frente a unas respuestas sinceras, hicieron correcciones con el fin de volver a tomar impulso en su labor. Ahora la iglesia está saliendo adelante una vez más en la asistencia, las finanzas y el entusiasmo.